Sus ojos se cierran en la oscuridad negra de la noche.
Su nariz inhala en humo los recuerdos.
Entre sus labios una luz digna de la más cálida hoguera.
Una mano cae como muerta por la gravedad
La otra agarra el color frío de su perdición.
Su cabeza se muestra impasible
La vena de su cuello marca el ritmo
Una vida guiada por el repiqueteo de un yembe.
Mirada ya inexistente.
Labios rojos.
Manos curtidas por el tiempo.
Mente firme.
Sangre de luchadora.
Impávida ante el tiempo.
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