Desdibujada


Te vas desdibujando, te conviertes en una silueta fina y delicada. 
No es algo que duela, es un simple proceso de habituación, sólo una tenue desaparición. 
No da miedo, no duele. Sólo te hace sentir extraño.
Con esas ganas eternas de vomitar una tormenta negra.

Las riendas de una vida.

     
     Hace mucho tiempo, una mujer decidió tomar las riendas de su vida. Y con este propósito salió de su hogar maleta en la mano y caminó, hasta encontrar una zona totalmente solitaria en la que sintió que debía encontrarse su nuevo hogar.

    Abrió su maleta y saco un par de mantas, que con unos cuantos palos se convirtieron en la tienda de campaña perfecta en la que pasó un par de semanas. Pero, despertó una mañana y se dio cuenta de que no podía seguir allí, que esa vida no era la correcta, y en ese mismo momento comenzó a construir un verdadero hogar. 

     Primero construyo los cimientos, unos cimientos de madera nueva que compró al carpintero de la zona, cuando eso estuvo echo decidió hacer paredes sobre esos cimientos, y una vez que las paredes estuvieron hechas pensó que estaría bien ponerle un tejado. Cuando estuvo acabada salio por la puerta para contemplar el trabajo de sus años de dedicación, y entonces se dio cuenta de que le faltaba algo. 

     Lijó las maderas, puso marcos a las ventanas, cortinas y amueblo el interior, dio una capa de barniz a la casa y la pintó de un rosa apagado, de nuevo, salio de casa para contemplar su obra, y se dio cuenta de que aún le faltaba algo. Esta vez pensó en el jardín y colocó un camino hasta la puerta, compro cescep y unas cuantas macetas, y en uno de los arboles junto a la casa colgó un columpio y tras otro duro año adornando el jardín contempló su obra y se dijo que ya estaba acabada, pero al entrar dentro de la casa se sintió fría y se dio cuenta de que todo ese trabajo había sido inútil porque, aunque había conseguido emprender su vida lejos de su antiguo hogar, había hecho aquello que toda persona digna de vivir en sociedad hacía.

     Miró su obra por última vez, agarro su maleta, sus ahorros y volvió a emprender su camino pero esta vez, sin tropezar en el mismo error.

¡Ya lo había matado yo!


Recordaba los momentos de niñez en los que correteaba por el parque de enfrente de casa junto a la voz lejana de su madre con un "ten cuidado o te harás daño". Ahora estaba tirado en el suelo de un cuarto oscuro y mugriento y ya hacia un año que la tímida voz de su madre no retumbaba en sus oídos.

-Thimy ven necesito que hagas algo- gritaba su nueva madre desde la cocina. Con miedo abrió la puerta de su cuarto y se dirigió hacia ella. Allí había un pavo correteando por todas partes, Thimy miro a aquella mujer y con una sonrisa en la cara le dijo:-que ilusión, al fin alguien que me haga compañía. Con aquel aspecto que apestaba a quiero y no puedo la madre soltó una carcajada que dejo entre ver que le faltaban unos cuantos dientes.
Se paro frente a él y con sarna le dijo:-¿si tu madre te abandono por qué iba yo a gastar mi dinero en buscarte compañía? no la mereces. Y ahora déjate de sentimentalismo y agárralo que quiero matarlo y no para de correr.
Thimy echo a correr tras el pavo con la esperanza de poder ganar tiempo y así encontrar una forma de salvarle la vida a aquel hermoso pavo, por un momento fue capaz de olvidar los gritos de aquella urraca que ahora decía llamarse madrastra y recordar la voz dulce de su madre cuando, jugando en el parque le decía que era hora de volver a casa.
Se topó de repente con las rodillas de un chico alto, era su hermanastro que, al verlo lo cojió de la pechera levantándolo en alto y le grito:-Mira por donde caminas enano. A este acto la madre grito:-Nicolas mata a ese pavo que corretea por la casa ya que el estúpido de
Thimy se limita a correr tras él.

Thimy se paro en seco, y miro al pavo con los ojos cristalinos, por la otra punta del pasillo aparecía Nicolas con un hacha en la mano. Thimy se armo de valor agarro al pavo y tras susurrarle un lo siento al oído le partió el cuello. El pavo callo al suelo y acto seguido Nicolas clavo el hacha en su cabeza. Thimy echo a correr hacia su cuarto y sollozando grito:-¡Ya lo había matado yo!

Marcas en su colchón.


Cada noche, entre lagrimas recordaba aquel momento y con una mezcla de miedo y rabia realizaba con su dedo indice una señal en su colchón, siempre el mismo lugar y siempre la misma marca.

Esta marca era suave y delicada como acostumbraba a ser ella antes de que aquel momento ennegreciera sus pasos.

Hoy, ella, acercó su dedo al colchón para, una vez mas, realizar esa marca con su dedo indice, y en un momento de lucidez transitoria se dio cuenta de que el rozamiento de su dedo sobre el colchón había hecho que este quedara marcado, tan marcado como su corazón tras aquellos ataques de lujuria.

¿Y ahora?


Y ahora qué hago yo si cuando vuelvo a casa mi pelo ya no huele a ti
Si cuando estoy aquí no tengo que pensar que haré mañana para poder verte
Si cuando camino por los parques ya no siento tu mano con la mía
Si cuando hablamos ya no siento tu calor
Si cuando te veo acostadito ya no puedo sentir ese latir en tu pecho

¿Y ahora qué hago si ya no me despierto a tu lado?

Por nosotros


Por los que no volvieron.
Por los que vuelven.
Por los que ya no podrán volver.

Por los que vieron allí un hogar.

Por los que nos dejaron un millón de lecciones.
Por los que se fueron y solo dejaron ausencias.

Por los que estuvieron, estamos y estarán.

Por lo que fuimos y lo que seremos.

Por la familia.
Por nuestro hogar.

Te encuentro entre mis letras.



Entre los espacios de mis letras
aparece un gran vacío.

Entre los vacíos de los espacios
aparece el susurro de una voz.

Entre los susurros entonados
aparece una caricia.

Entre caricia y caricia
aparece una imagen.

Entre las imágenes tímidas
aparece una brisa.

Entre las brisas con olor a nostalgia
aparece un momento lejano.

Entre los momentos que dejaste
un lugar guardado.

Tu propio mundo.


Verlo todo 
escuchar en susurros lo que podrían ser gritos
No ver nada 
sentir golpes certeros como caricias de amor

Oler tu mundo 
verlo todo con esa tenue luz que cada mañana te ofrece tu ventana
No escuchar 
sentir cada discusión como un baile apasionado

No sentir nada y sentirlo todo

Se derrumbó.


Mi te quiero en el cielo se difuminó, se volvió oscuro 
y cayó, como la más tímida lagrima cae al suelo.

Un te quiero se rompió en mi voz 
y te quebró el alma.

Un te quiero que bufó las puertas 
y empapó tus ideas.

Del montón

Aparecía con mil nubes entre las manos.
Como un eclipse de luna.
Aparecía con un tenue farol.
Desaparecía entre cristales rotos
Aparecía como nadie.
Me quería como todos.

Aullidos cochambrosos.


Una ráfaga de viento me trae tu voz 
entre acordes de recuerdos y malos tiempo.
Una ráfaga de viento me azota
y me escupe a la cara todo lo que no dije.
Una ráfaga de viento me acaricia 
y me convence de que tu estarás bien.
Una ráfaga de viento pregunta.

"¿Por qué la dejaste ir?"

Vomitivo.


Salía de la cama con los pies tan fríos como un brasero en verano y, entre las lamas de su persiana asomaba un rayo de sol de invierno.

Una cálida sombra de melodías hacía temblar la almohada, melodías de unos artistas ya demacrados por la vida.

Se arrastra hasta la cocina entre legañas de días pasados.

Agarra un trozo de pizza frío de hace un par de días le da un mordisco y el vómito llena su boca.

Sale corriendo hasta el baño mientras se pregunta que habría hecho la noche anterior.

Disipó las dudas.



Se consumió como la ceniza lo que se encendió con una chispa
Se disipó como el humo, sonámbulo y sin rumbo.
Las piedras calleron sobre su tejado, eso, es seguro.
Tubo miedo pero lucho con fuerza.
Ardieron en llamas como antes acariciaban.
Cambiaron sus ojos en la niebla.

Y no vuelvas.


Miro
Pienso
Lloro
Grito

Paro el tiempo
Centrada en el pasado
De aguas perdidas
De sonidos lejanos
Se fue para no volver

Recuerda...


Recuerdos de noches en vela
Recuerdos de velas al viento
Recuerdos de vientos del norte

Recuerdos de acordes sin miedo
Recuerdos de miedo al progreso
Recuerdos de progresos inesperados

Recuerdos sinceros de buenos tiempos.

Lárgate.


Miro a la pantalla y veo la sonrisa más cálida de mi vida.
Giro la cabeza y una oscura habitación me rodea.

Cambio mi risa cálida por unos ojos fríos.
Me da miedo dejar de verla.

Háblame.
 ¡Cállate!

Tranquila estoy contigo.
 Déjame en paz.

Mírame.
 Háblame.

Tranquila.
Adiós.

Un remedio moralmente incorrecto.



Por los suelos entre humos presentes.
Escrutando pasados entre letras de otro autor.

Lunas blancas iluminan pisadas.
Miles de nubes negras esconden caminos.

Gotas de lluvia purifican un alma.
Entre acordes de lujuria todo vuelve a la calma.

Nunca calles.


Ojos entre nubes prestan calma.
Redenciones escondidas entre dudas blancas.

Una luz oscura me llama como el calor de un fuego.

Susurros en gritos se marchan.

Oscura, plena. Y estúpida.

Shhh

  

Dedos roídos de nervios.
Ojos siempre húmedos.
"Sniff" característico.

Risas nerviosas.
Miradas húmedas.
Curiosas características.

Nervioso crepitar de un corazón.
Húmeda solución a mil problemas.
 Caracteres confusos.

Autocompasión.


Pegada al brasero, en la mecedora y escribiendo sus memorias.
Con complejo de anciana pero un exterior vivo.
Esperando acabar la vida pero sin dejar de mirar el infinito de una vida corta.
Dejando que mi pelo se tiña de perla.
"¡Ey!, que estás viva"

Yo nunca me fui.


Una estrella fue partícipe en nuestro para siempre
Ahora ella brilla por su ausencia.
Solo los suspiros de mi alma saben cuanto lo extraño.

Solo los retales de sus pensamientos saben si aun me tiene en sus recuerdos.
Solo el viento que surca mis soledades sabe cuanto lo extraño.
¿Orgullo?
"Siempre"

¿Cómo decirlo?

Titila con la vida del fuego.
Se enciende como una vela.

En vela nos deja la ausencia.
Ausencia de su calor.

Siempre lo echaremos de menos.

Una sonrisa .
El calor de una hoguera .

Están aquí.


Sin boca
hablan.

Sin ojos 
miran.

Con oídos
no me escuchan.

Con odio 
juzgan.

Sonaron tristes.




No te ha parecido que hoy sonaban las campanas más tristes apagadas, pausadas.
No te pareció que hoy las campanas fueron tocadas por un alma triste y desdichada.
No te pareció que hoy las campanas tenían un eco sonoro y lejano.


Tímido sonido que una vez, avergonzado entre las luces y sombras de una vela te mira y sonríe.