La enfermedad de la nostalgia.


Tenía tantas ganas de estar con él, que ya lo veía en cada esquina, la locura se apoderaba de ella y si cerraba los ojos e inspiraba con fuerza era capaz de escuchar su voz, ronca, dulce, cercana. "Cuánto te he echado de menos"
Cuando reía era capaz de escuchar su risa como en un eco lejano, cálida y cercana.
Cuando se tumbaba en la cama, con los ojos ya casi cerrados por el sueño, era capaz de entre ver por sus pestañas su nítido rostro.
Algunas veces, incluso se despertaba en mitad de la noche porque lo sentía a su lado, sentía sus caricias, sus besos, sus miradas

Vivió durante días, semanas y meses, la espera. Vivió siempre en ese anhelo constante.

Mientras, él en casa se preguntaba por qué ella ya no le hablaba, por qué ya no se despertaban con mensajes de buenos días o se despedían con un buenas noches, por qué ella ya no era como antes.

Simplemente ella había sido atrapada por el eterno sueño de la nostalgia.

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