-Y ¿os dijisteis "te quiero"? - Preguntó con una mirada que derrochaba intriga y alegría.
-Pues, no - Dije yo mirando el humo que hacía un segundo salía de mi boca.
-¿Tan bonito y ni un te quiero? - Volvió a preguntar extrañada.
- ¿Para qué? Siempre lo mismo, soltamos los te quiero como si fueran palabras estrictamente necesarias para mantener una relación. Puedo quererlo o no quererlo eso poco o nada importa para darme el gusto y, aunque lo quisiera y lo dijera ¿ qué podríamos ganar, un "y yo" casi tan vacío como mi "te quiero"? - di una calada a mi cigarro, solté el humo cerré los ojos un segundo y, proseguí - lo siento si te defraudo pero ya no voy a decir más palaras protocolariamente correctas, me niego, quiero que cada una de mis palabras salga del corazón, quiero tener que pensarlas que me duela un poco o nada decirlas, emocionarme, sonrojarme, quiero sentir ese hormigueo en la tripa cuando diga una palabra importante.
-Joder chica, yo solo quería que me confesaras que se te ha clavado en el alma porque, yo te lo noto, no sabrás quitártelo de encima.
Y con las mejillas sonrojadas, la mirada perdida y una voz inquebrantable dije:
- Eso nunca lo sabremos, lo que si puedo decirte es que aun hoy seguiría guardando el "te quiero" en una caja muy escondida de mi trastero.
+Y que siga allí. Mientras las miradas hablen, los besos expresen, los abrazos se sientan y las risas abunden, la necesidad del "te quiero" se mantendrá en su valor mudo porque, una mirada vale más que mil "te quiero"s
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